Y se sienta, intentando opacar el sonido que origina su piel pulcra y sedosa, al rozar el plato, frío y azulado, del inodoro.
Mira a su alrededor ansiosa, respirando entrecortadamente mientras sujeta con ambas manos, nudillos rojizos, la parte inferior de su brillante vestido plateado y rubí, observa atentamente la suciedad negruzca acumulada entre los bordes de las baldosas, que aún se esfuerzan por permanecer sujetas a las 4 paredes que conforman el cuarto de baño. Dirige su mirada a lo largo de este camino infectado (como mi oreja), subiendo mientras toma un tono verduzco, se esfuerza en imaginar qué sería lo que estuviera creciendo lentamente, arrastrándose en ese medio de cultivo azul pálido.
Le causa náuseas.
Desvía la mirada.
Se fija en esta ocasión en el lavatorio, que imponente se erecta a su lado, brindando una luz más oscura que refleja la ensombrecida otra luz del foco desnudo que titila a poco más de un metro de su radiante cabellera.
Va hundiéndose en sus ideas, al igual que aquel pesado rojo hundiéndose en el agua de la cloaca, tiñéndolo de mercurocromo.
Y ya de nada le sirven los zapatitos de cristal, más que para incomodarla, se los quita. Desliza rápidamente la adorable prenda ingenua por entre sus piernas, la arroja dentro del tacho sin tapa, y la otrora nevada prenda queda del color de mi país.
Abre bien las piernas, se levanta el vestido, se peina los cabellos y espera a que todo el marxismo se hunda en el desagüe.
Rápidamente saca de su carterita una prenda nueva, que siempre guarda ahí por precaución, ¡qué bien!, sabía que había sido una buena idea…
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1 comentario:
no lo entiendo... osea si, pero... PORQUE?
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