sábado, setiembre 06, 2008

Un Viaje al Final del Arco Iris (en proceso ¬¬)

Llovía fuertemente en la calle 5 del centro de la ciudad. Era una calle bastante sucia, con desperdicios acumulados a ambos lados de la larga pista que cubría eterna las 25 cuadras de la estrecha calle. Los transeúntes apurados andaban bajo la lluvia, protegiendo sus rostros con cualquier objeto que tuvieran a la mano. No era común una lluvia como la que caía en esos momentos, al menos no por estos sitios ni en estos tiempos; por ello nadie llevaba paraguas, ni esos señores de allá, esos que se autodenominaban “precavidos”, como mi viejo. Fue entonces cuando, saliendo de aquel edificio frívolo e imponente, te vi. ¿Te vi?. Sí, te vi, y desde es momento supe, aún sin conocerte, que eras tú. Andabas flotando tras un señor bajito de ropa oscura y mirada opaca, ibas flotando en blanco, con la lluvia pegando tus cabellos contra la sien y agolpándolos contra tu espalda. Parecía que las puntitas de tus pies rozaban suavemente la humedad de la acera, cubiertas por esos zapatos llenos de lodo. Fue entonces cuando guiada quizás por el instinto nato de complementación, volteaste la mirada. ¡Dios mío!, ¡pero que profundas eran aquellas dos gotas de sábila!, ¡que enormes!, lucían ahí, sin demostrar mayor emoción, enmarcadas entre negras hojas de palmera. Fue la primera mirada que me dedicaste, y me aseguré de que no fuera la última. Decidí seguirte, susurrándole al viento helado de esa mañana todo lo que me apetecía decirte, pero que las barreras terrenales, y el señor que te acompañaba, no me dejarían pronunciarte. Descubrí que vivías en un pequeño cuartito, con una ventana gris y verde, dentro de una gran casa pintada de impávido blanco, donde habitaba además el resto de tu familia, conformada por el bajito de mirada opaca y un perro pulgoso al que tú adorabas. Pero eso no importaba, no, te llegaba al diablo, lo único importante era tu mundo hermoso, el que se asomaba por la ventanita verde y gris y cuyas llanuras terminaban donde tu puerta daba paso a otra realidad muy distinta, la de una familia destruida por la rutina de la vida, en una sociedad estereotipadora y llena de prejuicios. Desde esa turbia mañana hasta hace unos días empecé a resguardar tu camino con mi mirada. Limpiaba la senda llena de ramitas y polvo con mis suspiros; mi madre siempre dijo que tenía una buena capacidad pulmonar, pero nunca pensé que tanto. Quería llegar a saber si había algún momento a lo largo del día en que te detuvieras para atarte los zapatos y entonces yo podría aproximarme como si recién te conociera y te hablaría; o algún momento en el que decidieras salir a jugar con las demás niñas, sola, algún momento que no fuera el de la mañana, en que acompañabas a tu ridículo padre a que estudiara la Biblia en una Iglesia cercana. Pero como advertí muy pronto, la vida tenía algo en común con tus paseos: en ambos se regresa al lugar del que se parte. Tú solamente abandonabas el cobijo de tu paredes con pintura carcomida para acompañar a tu padre y para volver nuevamente a tu refugio, que te protegía de todo el demás mundo, del tiempo y de las noticias, de bombas y de guerras, y así también de mi amor.
  • Aun no entiendo si el narrador es tipo o tipa o si acosa a un tipo o a una tipa x-XU
  • Aburre escribir algo sin puntos apartes ¬¬

El Platáfono

Erick: alo??

xk somos **DEC**: Desgraciado Erick Chup*ratas :)